La Fundación Canal de Madrid realiza esta exposición gracias a la colaboración de la Fundación Picasso Casa Natal de Málaga, que cede temporalmente las obras que se podrán hasta el 8 de abril de 2012 en Madrid. El tema dispuesto en esta ocasión será la figura de la mujer, que ha sido uno de los temas iconográficos más constantes en la obra de Picasso, desarrollado en los distintos estilos que el pintor realizó a lo largo de su carrera. A través de los 66 grabados que componen esta muestra, realizados entre 1927 y 1964, el artista se enfrenta a la imagen femenina desde el lugar de quien al mismo tiempo la admira e interroga. Hay que recordar que el artista malagueño retrata a la mujer principalmente de tres formas: desnuda, sentada o recostada. Además, se puede observar la influencia de otros pintores, como Ingres en sus líneas, por esa pureza de la línea. “Picasso ‐ El eterno femenino” nos presenta distintos ángulos desde los que se plasma la figura de la mujer, ya sean éstas imaginarias o reales, como las dos últimas y más intensas mujeres de Picasso: su compañera Françoise Gilot y su esposa Jacqueline Roque. La figura de la mujer se presenta como un soporte para la manifestación del alma del sujeto femenino. El artista personifica estas presencias femeninas desde múltiples ópticas: renacentista, barroca o cubista, donde aparecen mujeres sentadas a modo de los retratos cortesanos, posando para artistas, observando o siendo observadas, jóvenes y maduras, con vestimentas de otros siglos y otros ámbitos o completamente actuales… Existe una dualidad de visión en Picasso, que bien puede captar en la mujer en el esplendor de su naturaleza o en sus años de infancia y juventud para someterlas también a escenas alegóricas sobre el devenir de la vida o en situaciones en las que se intenta acceder a su mundo privado e interior. Esta multiplicidad de modelos femeninos se plasma en las catorce secciones en las que se articula esta exposición en las que los grabados ilustran, además, las distintas técnicas de la obra gráfica de Picasso. El título de la exposición hace referencia a la expresión creada por Goethe según la cual el eterno femenino reúne a la madre y a la amada en un principio universal que remite a la propia Eva y que, por tanto, unifica a las diversas modalidades de la mujer en un modelo intemporal y platónico. La estructura de la exposición “PICASSO – EL ETERNO FEMENINO” se articula en 14 secciones. Veremos de una manera reducida los contenidos de todas ellas para poder conocer mejor esta exposición. I. Espejo del alma El viejo adagio latino, que convertía las facciones en una manifestación o un reflejo del alma, encuentra cumplimiento en la obra gráfica de Picasso cuando dota de especial energía a las mujeres cuyos rostros plasma. Así, se deducen de estos retratos sensaciones como la afinada inteligencia (Retrato de la señora Rosengart) o la mezcla de belleza, elegancia, misterio y distanciamiento (Busto Estilo Moderno). II. Retratos de Françoise Françoise Gilot, compañera de Picasso durante diez años, joven pintora y madre de sus dos últimos hijos –Claude (1947) y Paloma (1949)‐, es una musa constante durante esa década fértil e intensa. Su rostro sereno y a menudo enigmático aparece en un comienzo de forma difusa (Cabeza de joven, 1945) o con líneas firmes y serenas (Cabeza de joven, 1946) o incluso con trazos firmes y esquemáticos (Joven con cabellos largos). Poco más tarde, a medida que su relación se afianza, su rostro aparecerá en retratos más ambiciosos y de mayor formato (Françoise con lazo en el pelo y Françoise con los cabellos ondulados), en los que la mirada hierática de Françoise se convierte en desafío al espectador (La camisa de cuadros). III. Retratos de Jacqueline Jacqueline Roque, su última compañera y esposa con la que se casaría en 1961, es otra presencia imprescindible en la obra de Picasso. Su rostro, a menudo de perfil, comparece en grabados marcadamente elegantes (Perfil en tres colores, Mujer con blusa de flores, y Jacqueline leyendo). En ellos incluso rinde un homenaje a España, al adornar a Jacqueline con una mantilla (Retrato de Jacqueline con mantilla) o tocada con un velo que es premonición de la boda, pocos años más tarde, entre Picasso y Jacqueline. IV. La herencia del Renacimiento Picasso resucita las formas elegantes de los retratos femeninos del Renacimiento con mujeres generalmente representadas de perfil, ocasionalmente ornadas con flores o con cuellos alargados al estilo manierista. Son en gran parte rostros inventados, pero también recreaciones de caras de personas concretas. Son piezas de gran belleza llenas de equilibrio y calma, en las que la serenidad y la armonía de los rasgos se convierten en una idealización de las facciones de la mujer que son, a la vez, una glorificación de la belleza. V. Mujeres imaginadas La enorme e inabarcable producción de Picasso, la rapidez de su creación, hace que muchas veces los personajes y rostros que recrea sean invenciones, mujeres que aquí nos presenta observándonos o bien buscando fuera de la obra una razón para su presencia, distante e incluso indiferente. VI. La herencia cubista Picasso, creador del cubismo, también aplicará las enseñanzas de este movimiento a la figura femenina. En algunos retratos aplica los principios cubistas trazando líneas audaces sobre un fondo negro (Figura en negro) o bien invierte los términos y son enérgicos campos de color los que delimitan el nuevo territorio del rostro femenino (Figura). También se arriesga combinando ambas concepciones tanto con masas de negro (Figura estilizada) como de color (Figura con blusa de rayas). De una forma más sencilla y didáctica, los ecos cubistas se restan a formulaciones esquemáticas de gran eficacia (Hombre tumbado y mujer acuclillada y Carmen Plancha XXXV). VII. La mujer sentada Recuperando la pose más habitual del retrato renacentista, con una óptica que hace también referencia a las representaciones de la Virgen y a los retratos de corte, Picasso sienta a la mujer para enfrentarse a su mirada múltiple e inquieta. Así sucede con los retratos de Françoise en un sillón, en los que no sólo la modelo, sino también los ropajes, propician variaciones sorprendentes que permiten comprobar la audacia y la libertad de la creación picassiana. VIII. Divino tesoro La juventud tiene en la mujer la representación más gozosa para Picasso. Sucede así en el grabado de líneas clásicas en el que la juventud se convierte en alegoría de la paz (Juventud), o en las representaciones de jóvenes muchachas observando escenas que le son ajenas (Equilibristas observados por una campesina y su pequeña hija) o asomando en las obras sus rostros de inocencia (las dos ilustraciones para Poemas y Litografías). IX. Misterio y silencio El mundo privado de la mujer ‐su mundo interior‐ fue para Picasso un ámbito al que siempre quiso tener acceso. La actitud ensoñadora de Françoise meditando (Françoise sobre fondo gris, una ilustración para Carmen) abre la puerta para ese terreno de silencio y calma. El universo femenino de ensueño y confidencias se nos presenta en las cuatro versiones de Dos mujeres desnudas y en las dos de Mujer ante un espejo. X. La mujer y el artista Picasso recoge en las figuras de los artistas que representa una especie de confesión, de autobiografía. Así, su admiración por la mujer se plasma en los grabados en los que una mujer posa convertida en modelo, para que un artista ‐máscara y símbolo del propio Picasso‐ la retrate y aprisione para la eternidad en una obra que es, al fin y al cabo, la que observamos. XI. La mujer observada La mujer atrae a los personajes de Picasso en actitudes que a veces rozan la adoración y en otras ocasiones la sensualidad. El ejemplo del primer tipo de contemplación se da en Escultor y dos cabezas esculpidas, donde la mujer se presenta a través de su representación escultórica. A la segunda variante pertenece la curiosa adaptación que Picasso hace del lienzo de Manet El desayuno sobre la hierba. XII. La mujer que observa A Picasso, amigo de jugar con el espectador, le gustaba convertir a la mujer no sólo en el personaje observado en sus obras, sino también en el que observa lo que en ella ocurre. Sucede así en estos grabados plenos de clasicismo en el que el espectador se somete nuevamente a un juego de espejos y de mutuas e infinitas contemplaciones, accediendo a un espacio privado, pleno de silencio y de sigilo, que es el reverso del anterior tema de la mujer observada. XIII. La profundidad de la piel El desnudo, la exposición de los cuerpos en su expresión más directa, tiene cabida en esta exposición con obras en las que la tensión erótica no está presente, siendo los cuerpos un pretexto para el juego con las líneas, una expresión de alegre vitalismo. Así sucede en la ilustración para el poema de Góngora, en el que los cuerpos parecen expresiones del arte arcaico griego, la pareja casi humana y casi vegetal del libro de Aimé Césaire o las dos mujeres sobre fondo negro del libro Poemas y litografías. XIV. Damas del tiempo de antaño Picasso, en cuya memoria visual anidaba toda la cultura artística europea, ambientaba a menudo figuras y escenas en la época del Renacimiento y el Barroco, tal como sucede con la dama de aire centroeuropeo (Noble dama) o del Barroco español, época a la que también pertenecen la audaz representación de una Menina de Velázquez (Una menina), las juguetonas escenas de seducción que contemplamos en El viejo rey o en las imágenes sobre La partida del caballero, en las que la dama observa al paladín camino de convertirse en ausencia.
________________________________________________________________ Picasso. El Eterno Femenino Fundación Canal – C/ Mateo Inurria 2, 28036. Madrid Del 2 de febrero al 8 de abril de 2012 Horario: Laborables y festivos: 11:00 a 20:00 horas/ Miércoles: cerrado a partir de las 15:00 h.