El Hermitage en el Museo del Prado

20 02 2012

ImagenEn el siglo XVIII los reyes europeos llamaban «ermitage» a los salones donde recibían a sus visitas privadas. La gran zarina Catalina la Grande decoró los suyos con más de doscientos cuadros comprados a un marchante alemán. Comenzaba así la historia de uno de los museos más grandes del mundo, el Hermitage de San Petersburgo. El valor de los tres millones de obras que custodia y una historia convulsa ligada a la de la propia Rusia han contribuido a su leyenda. Parte de sus tesoros podrán verse a partir de la próxima semana en el museo del Prado de Madrid dentro de las actividades del año dual España-Rusia. Desde el oro de los escitas, a las joyas de los zares pasando por los grandes nombres de la pintura y la escultura.

Fruto de l hermanamiento entre estos dos grandes museos históricos internacionales, surge esta exposición, unido al año dual España – Rusia de 2011. Materializándose gracias a la colaboración de AC/E y el patrocinio de la Fundación BBVA.

Tras el éxito de la presentación de la exposición de las obras maestras del Prado en San Petersburgo, llega ahora a Madrid una extensa y variada colección procedente del Hermitage, que recorre toda la amplitud cronológica de ese gran museo, destacando excepcionales piezas.

La pintura moderna en el Hermitage procede, en su mayoría, de las colecciones privadas de dos industriales del textil, Morozov y Shchukin, responsables de difundir en Moscú el gusto por genios como Van Gogh, Renoir, Cézanne, Sisley, Gauguin, Matisse y un joven talento, Picasso. Éstas obras maestras serán las que pasaremos a ver a continuación.

El Museo Hermitage de San Petersburgo custodia más de tres millones de objetos de muy distinta índole en un enorme complejo arquitectónico cuyo núcleo principal está constituido por el Palacio de Invierno, residencia habitual de los emperadores de Rusia desde tiempos de la emperatriz Isabel (1709 – 1762), quien encargó su construcción al arquitecto Bartolomeo Rastrelli. Desde este punto de vista, tal vez lo más sorprendente de la exposición que el Museo del Prado alberga sobre el Hermitage es la cuidada selección que sus organizadores proponen al visitante y que recorre casi todas las colecciones más relevantes del museo ruso.

Por iniciativa de Catalina II la Grande (1729 – 1796), se construyeron dos nuevas alas del Palacio de Invierno, que ella pretendía que pasaran por ser una suerte de eremitorio (de ahí su nombre), donde se retiraba para descansar de los afanes del mundo, y desde luego, porque en realidad lo usaba como lugar idóneo para dar rienda suelta a sus devaneos amorosos. Allí fue atesorando no sólo amantes, sino también algunas de las colecciones que sus agentes fueron comprando desde 1764, cuando dos años antes de subir al trono la emperatriz se hico con la del exitoso comerciante Johann Ernest Gotzkowski. A ellas se sumaron después la de Pierre Crozat, amigo intimo del pintor Watteau; Robert Walpole, que había sido primer ministro inglés en tiempos de Jorge I, y la emperatriz Josefina, entre otras.

A la muerte de Catalin, el Hermitage contaba con más de 2700 pinturas y otros muchos objetos de gran valor, de manera que con este elenco creciente se fue convirtiendo en uno de los museos de arte más grandes y más importantes del mundo, tanto por la cantidad de manufacturas como, por su calidad.

La exposición aparece dividida en capítulos, que pretenden aproximarnos y acercarnos tanto la creación, como el desarrollo y concertación de la colección que hoy alberga, por ello el capítulo I estará dedicado a Los Zares, como fundadores del Hermitage, por ello se desarrollan una serie de pinturas que representan los retratos de los más distinguidos y que más hicieron por el desarrollo del arte y el coleccionismo en Rusia, como el retrato del Zar Pedro I el Grande, por Belli; el Capítulo II, relacionado con San Petersburgo y el Hermitage, siendo representaciones de la ciudad y del complejo palaciego, destacable por esa arquitectura pintada; el Capítulo III, alude a “El Oro de los nómadas de Eurasia” , donde destacará la pieza “Peine con escena de batalla” de fin del s. V – ppios. S. IV a.C., realizado en oro. También denominado como Peine de Soloja. Destaca su carácter ornamental en el que se desarrolla una escena bélica, de tres guerreros sobre un friso con la representación de cinco leones; interpretada como la lucha entro los hijos del rey escita Ariapeites según es narrado por Herodoto.

El capítulo IV de la organización expositiva, trata sobre “El oro de los griegos”. Posteriormente, el capitulo V aborda una organización más amplia, bajo el título “Pintura, Escultura y Dibujos”, donde podremos destacar varias piezas como por ejemplo “Descanso en la huida a Egipto con Santa Justina” del más primoroso de los pintores del Cinquecento italiano, Lorenzo Lotto. Obra de 1529 – 30, en óleo sobre lienzo. Pintor errante, vagando de un lugar a otro experimentando las sensaciones de los colores en los diferentes puntos de Italia, recaló en varias ocasiones en Venecia, donde había nacido, y donde parece que debió de pintar ésta obra de pintura devocional. Aplica en esta pintura soluciones muy originales y propias, sin ceñirse a la denominada maniera moderna, destacando por esos colores encendidos que sólo podrían darse en Venecia.

Así mismo veremos la obra de artistas españoles expuestos en las paredes del museo madrileño, pero pertenecientes al Hermitage. Destacarán varias, siendo una de ellas “San Pedro y San Pablo” de El Greco. Realizada entorno a 1587 – 1592, en óleo sobre lienzo. Destacando por ser el mas temprano ejemplo en el que El Greco representa a ambos santos juntos en el mismo lienzo. Ambos se disponen en un fondo casi neutro, en el cual se incorpora una franja vertical que organiza la composición pictórica y separa levemente a ambos personajes. La representación de San Pablo se establece con un libro abierto, es posible, que fuera sus Epístolas, mientras que San Pedro, sostiene las llaves del cielo, en una actitud como de debate ante San Pablo. Respecto a la iconografía de San Pablo, no lleva sus señas habituales, como la espada del martirio, que en otras versiones posteriores de El Greco si aparecerán. El tipo físico elegido por el pintor para representar a Pablo aparece en otras obras importantes del mismo periodo del artista como El Entierro del Conde de Orgaz, y en ocasiones se ha pensado que podría tratarse de un autorretrato del pintor.

Otro de los pintores españoles que destacarán serán Velázquez y Picasso, el primero con “El Almuerzo”, de hacia 1617 en óleo sobre lienzo. Obra poco conocida del autor en España, pero reconocible por el estilo del autor. Realizada en su época de juventud en su Sevilla natal, antes de trasladarse a la Corte. Destaca la pintura por sus recursos naturalistas, llevando a cabo una minuciosa descripción de lo real.  A ello se une el uso de algunos modelos, que protagonizan la pintura: el anciano, y sobre todo el niño. Por ello la obra ha sido vista con cierto carácter moralizante, y en otras se ha entendido como una representación de las tres edades del hombre.

Como hemos visto hasta ahora, el Museo Hermitage no se ciñe a un estilo, a una procedencia o bien a una época en concreta; sino que pretende abarcar lo máximo posible reconociéndose la evolución del arte.

Por ello, dentro de esas obras procedentes de San Petersburgo, destacan otras como puede ser “El tañedor de laúd” de Caravaggio, de 1595 – 96 en óleo sobre lienzo. Siendo ésta pintura una de los máximos ejemplos de esa emocionante y polémica atención a lo real que el pintor puso en marcha en sus obras y que, en este caso, no sólo se observa en el muchacho, sino también en el laúd, en las frutas propias del final de la primavera o comienzo del verano o en las gotas de rocío que hay sobre ellas, o bien en la partitura. La interpretación de ésta pieza podría relacionarse con una vanitas o una representación del homo eroticus o de los cinco sentidos, aunque es mas probable que se trate de un símbolo del amor y la armonía.

Así mismo, otro de los pintores destacados de la colección rusa será Rembrandt, con la pieza “Retrato de un estudioso”, de hacia 1631 en óleo sobre lienzo. Donde el pintor muestra una nueva vía, apenas explorada con anterioridad: los retratos, cuyos rasgos han sido representados con una morosa minuciosidad, interpelan al espectador fijando su mirada en él, una cuestión que a tenor de las fuentes escritas contemporáneas, era entonces extraordinariamente valorada por los aficionados a la pintura.

No sólo obra pictórica alberga el museo ruso, puesto que entre las piezas traídas a Madrid destaca un boceto para el éxtasis de Santa Teresa de Gian Lorenzo Bernini, de hacia 1647 – 51, realizado en terracota. Realizado para la obra final albergada en Santa María della Vittoria en Roma, la Capilla Cornaro es la máxima manifestación de la idea que Bernini tenía del bel composto, o de la perfecta integración formal y semántica de las distintas artes en la consecución de una obra de arte total. El conjunto debía de estar presidido por la representación de la trasverberación de santa Teresa, que es objeto también en el boceto y que es una milagrosa transcripción escultórica del relato de la santa.

El Capítulo VI, siguiente en nuestra visita, nos hace ver cómo era la vida en el Palacio del Hermitage en San Petersburgo, ya que desarrolla “El Hermitage: escenario de la Corte”. Donde veremos vestidos ceremoniales de Corte, así mismo se sumarán a ellos uniformes militares.

La Pintura y escultura del Siglo XVIII” estará reseñada en el Capítulo VII, puesto que podremos ver obras de autores como Watteau, en su “Estudio para cabeza de mujer” de 1710 – 19; Mengs y su pintura “Perseo y Andrómeda”, y el pintor de bodegones más importante, Jean – Simeon Chardin, con su pieza “Bodegón con los atributos de las artes y las recompensas que se les conceden”, de hacia 1766, en óleo sobre lienzo.

Además de pintura del Siglo XVIII, este capítulo se verá aumentado por piezas de origen escultórico de los maestros Antonio Canova y su “Magdalena Penitente” y Bertel Thorvaldsen con el busto de “Alejandro I de Rusia”.

Tras deleitarnos con el arte del siglo XVIII, la exposición cambia de registro en el siguiente capítulo, el Capítulo VIII, y nos habla sobre las Artes Decorativas en Oriente y en Occidente.

Volviendo a las grandes arte, el Capitulo IX, versará sobre La Colección de Arte de los Siglos XIX y XX, donde veremos la evolución de la pintura gracias a la colección que el museo dispone. Partiendo de un retrato del pintor Jean – Auguste Dominique Ingres, sobre “El Conde Nicolai Dimitrievich Guriev” de 1821 en óleo sobre lienzo.  Pieza que manifiesta la influencia que sobre Ingres tuvieron algunos pintores italianos del siglo XVI, y en particular, los representantes del que en tiempos se llamó “primer manifiesto toscano”, en concreto Pontormo y Rosso Fiorentino; así como Bronzino, y su factura acerada y minuciosa.

Referente a la obra de Pablo Picasso, el museo Hermitage dispone en su colección de la pieza, “La bebedora de absenta” de hacia 1901, en óleo sobre lienzo. Refleja una de las obras más relevantes de Picasso, realizada en su segundo viaje a París; donde se pueden apreciar elementos que evocan las obras realizadas anteriormente en Barcelona y ambientadas en el entorno de Els Quatre Gats, aunque el rigor compositivo y cromático se adecua mejor al Periodo Azul del autor. Tema representado anteriormente por pintores de la época, de la talla de Manet o Degas, pero Picasso en este caso subraya la solead alcohólica de la mujer mediante el entorno que la rodea, ya que no ¡desarrolla como otros un ambiente ahumado y rumoroso. La representación de la mujer se desarrolla de una manera hierática, que se contrapone a la tormenta interior que puede atisbarse observando a la mujer.

Para subrayar esa evolución del arte del siglo XX y las diferentes facciones artísticas, veremos varios ejemplos como será otra pieza de Pablo Picasso, relacionada con el cubismo: “Mesita en un café” (1912), Henri Matisse y su obra “Conversación” (1909 – 12), una de las piezas mas enigmáticas del artista, dadas las posiciones hieráticas de ambos personajes y la ausencia de expresión entre los dos; Kees Van Dongen con “Mujer con sombrero negro”, donde destacar  la elegancia del conjunto, la fuerza expresiva del rostro, la complejidad de la estructura cromática: al color negro se le contrapone un fondo muy claro que se va oscureciendo en la parte superior con tonalidades azules y lilas; la mezcla del verde y el negro que dan elegancia a la obra, así como la fuerza expresiva que le dan al rostro los tonos vivos mezclados con reflejos cromáticos claros. Pasando por Giorgio Morandi, y su pieza “Bodegón Metafísico”; así como Wassily Kandinsky y su “Composición VI”, y para concluir con Kazimir Malevich, con “Cuadro Negro”.

Información General de la Exposición

          Fechas.- Del 8 de noviembre 2011 al 25 de marzo 2012

          Horario

A partir del 16 de enero y hasta la fecha de clausura

Lunes a sábado de 10 a 20h (último acceso a las 19h), domingos y festivos de 10 a 19h (último acceso a las 18h)

Para visitar esta exposición es imprescindible disponer de pase horario de acceso, que deberá solicitarse al adquirir la entrada, por lo que el Museo recomienda la compra anticipada de la entrada para poder elegir pase horario conforme a la conveniencia de cada visitante.

          Precios

Entrada única a Museo

General : 12 €

General + Guía (libro guía de la Colección): 19.50 €





El Greco en la Catedral de Burgos

7 04 2011

La Catedral de Burgos, vuelve a establecerse como foco cultural y    didáctico, al aunar en una exposición nueve de las obras de uno de los   pintores más grandes del arte español: Doménikos Theotokópoulos,    “El Greco”.

La exposición nace a través de la ilusión y el trabajo de Antonio Miguel Méndez Pozo, editor de Diario de Burgos conocedor de la obra del artista, queriendo aunar  varias de sus obras por varios fines. El primero, unir varias obras de “El Greco” que nos permiten visualizar su evolución como pintor; así fomentar la candidatura de la ciudad burgalesa para que en 2016 sea la Capital Europea de la Cultura, y por último, celebrar  los 120 años de la existencia del Diario de Burgos. Una serie de causas, que permiten admirar una de las más bellas colecciones de pintura española, gracias también a la colaboración aportada por la Fundación Telefónica, la Fundación El Greco 2014 y el Cabildo de la Catedral de Burgos.

Se desarrolla en el interior de la Catedral de Burgos, en la Capilla de la Natividad; un lugar excelente, de pequeñas dimensiones; lo cual hace engrandecer la talla de éstas pinturas. Para acceder a dicha capilla debemos realizar la visita a la Catedral, en la cual veremos otras joyas del arte español, y tras contemplar la “Escalera Dorada” de Diego de Siloé, pasaremos a un ambiente más cálido. Existe una diferencia de unos 10º C  entre la Capilla en la que se desarrolla la muestra, y el resto del templo gótico; debido a las condiciones de conservación de las pinturas. Así como un control exhaustivo de la humedad en dicha zona.

Recordar que la exposición se celebra entre febrero y abril de 2011, fechas en las que las temperaturas no son muy elevadas en la capital burgalesa, y la zona de dicha capilla es muy gélida en ocasiones. Según comentó el comisario de la exposición, Juan Carlos Elorza, se elige la Capilla de la Natividad, ya que «buscábamos la misma estética de El Greco, su manierismo, porque queríamos que el recinto fuera una especie de cámara de las maravillas del Renacimiento», La cuestión, es que se la disposición museológica establece unos paneles de color rojizo, que hace que destaque las pinturas, pero apenas se puede contemplar la capilla. Es decir, existe la simbiosis entre el tiempo de la capilla y el artista, pero no esa complementación que sería la Capilla sin revestimientos y las pinturas.

Las obras seleccionadas para ésta muestra serían, Verónica sosteniendo el velo, del Museo Santa Cruz de Toledo; La oración en el huerto, de la catedral de Cuenca; Cristo crucificado con Toledo al fondo, de la Colección Santander; El martirio de San Sebastián, de la catedral de Palencia; María Magdalena, del Museu del Cau Ferrat; Santo Domingo en oración, de la Colección Arango; San Francisco de Asís en oración, de colección particular; La Anunciación, del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y Alegoría de la Orden de los Camaldulenses, del Instituto Valencia Don Juan.

Las tablas elegidas, reflejan los diferentes temas tratados por El Greco en su obra, siendo principalmente el carácter religioso, temas relacionados con la Contrarreforma, como la interpretación de los Santos, como intercesores del hombre ante Dios; la exaltación de la penitencia, por la que el hombre se salva; o la Glorificación de la Virgen como madre de Dios. Destacando esa intensidad dramática y un gran misticismo; acorde al espíritu de la época, que se concentra formalmente en las manos y en los ojos de sus personajes.

Así mismo, se puede destacar la evolución de su pintura, y las influencias de los pintores renacentistas debido a su estancia en Venecia y Roma. Esa evolución del uso del color, de una fuerza expresiva en el colorido y en la ejecución de pinceladas rápidas y nerviosas; pasando al uso de formas arbitrarias de luces y sombras, teniendo las figuras su propia luz a partir de su cuerpo o su vestimenta. Aplicando el color con pinceladas largas y pastosas. Generando un canon más alargado que el habitual, siendo el cuerpo hasta doce veces el tamaño de su cabeza, representando personajes enjutos de manos alargadas con finos dedos. Desarrolla una pintura de pincelada suelta, con pincel grueso y abundantes retoques.

“El martirio de San Esteban”, cedida por la Catedral de Palencia para la exposición, pertenece a sus primeras obras realizadas en España, a esos primeros años en Toledo a partir de 1577. Se representa al Santo en el momento de su martirio, realizado con un colorido muy claro y ligero, siendo una figura llena de corporeidad, casi escultórica. Con una postura girada, en la cual el torso avanza a partir de la posición de sus piernas, y el giro de los brazos. Por ello se puede indicar que estaríamos ante una obra llena de recuerdos de lo aprendido en Italia.

 

 

 

 

 

 

Otra de sus obras de esa primera etapa en Toledo, será “La Verónica con la Santa Faz”, de gran ejecución, estableciéndose sobre un fondo negro, se desarrolla un cromatismo frío y luminoso, con la que El Greco sienta las bases para sus posteriores representaciones.

 

 

 

 

Una de las características temáticas del El Greco es, la fusión de los planos celestes con los planos terrenales, en la obra “Cristo crucificado con Toledo al fondo”, se puede contemplar este echo, ya que aparece en primer término la figura de Cristo agonizante, destacado por la luminosidad de su cuerpo; estando en la parte inferior representada la ciudad de Toledo, perfil repetido en diversas ocasiones por el artista, en el cual destaca la figura de la Catedral.

 

 

Además, repite patrones compositivos y de posicionamiento; como en las obras María Magdalena y San Francisco de Asís, ya que en ambas se establece una representación de medio cuerpo, con el torso girado hacia símbolos religiosos, en este caso la cruz y la calavera; disponiendo la posición de sus manos de manera similar. La variación en ambas obras dicta en los colores usados, mientras en la representación de la Magdalena, el rojo se sobrepone al resto de colores; en la representación de San Francisco son las tonalidades oscuras las que marcan la obra, destacando las huesudas manos del Santo y su rostro, por la aplicación de tonalidad que hacen que resalten esas zonas.

Burgos. El Greco en la Catedral. Catedral de Burgos.

Del 11 de febrero al 10 de abril de 2011.

Comisario: Juan Carlos Elorza.