La Fundación Mapfre acoge una retrospectiva del fotógrafo americano Lewis Hine, en Madrid, una de las figuras clave del documentalismo social. Hine utiliza la cámara fotográfica como una herramienta para la investigación, como un instrumento que comunique esos hallazgos realizados por él, así como instrumento para la enseñanza. Además, Hine entiende la fotografía como arte, aunque a la hora de realizar sus imágenes busca fines sociológicos, incluyéndose la denuncia social. La muestra está formada por una selección de 170 imágenes, procedentes de la George Eastman House (Rochester, Estados Unidos), ofreciendo al visitante un amplio recorrido por toda la trayectoria fotográfica de Lewis Hine y permitiendo conocer su obra, la de un creador necesario en el que está presente la evolución posterior de la fotografía norteamericana.
Las imágenes que abarcan la exposición, recorren la trayectoria profesional del fotógrafo con un contenido no solo artístico, sino político y cultural, en la Norteamérica de principios del siglo pasado, donde llegaban los primeros inmigrantes a la Isla de Ellis, niños trabajadores; así mismo la Europa de finales de la Primera Gran Guerra o la reconocida serie sobre la edificación del Empire State Building de Nueva York. Estará acompañada por documentos y publicaciones propios de la época, con los que el fotógrafo realizaba la denuncia social con sus imágenes: trabajo esclavista infantil, pésimas condiciones laborales o los talleres de explotación ilegal.
La intención del fotógrafo y con la que se dispone la exposición es, como el propio Hine dijo: “Quise hacer dos cosas. Quise mostrar lo que había que corregir; quise mostrar lo que había que apreciar”. Sus fotografías, por tanto, ponen en evidencia la situación de los emigrantes europeos a su llegada a EEUU, donde permanecían un tiempo en Ellis Island. De igual manera, apoyado en sus fotografías pretende ayudar a cambiar las leyes, de manera que se instaure un control federal sobre las condiciones de trabajo de los niños.
El interés por la fotografía despierta en Hine, cuando su amigo Frank A. Manny, director de la Ethical Culture School de Nueva York, le pide ayuda para que documentase las actividades de la escuela; realizando entre ellas una expedición en 1904 a la Isla de Ellis, centro de recepción de inmigrantes, donde fotografía a todos los llegados en masa a Estados Unidos y que buscaban un mejor futuro lejos de sus tierras. .
Tras varios años realizando fotografías, decide abandonar la docencia en 1908, para dedicarse a la fotografía y a lo que Hine llamaría “el lado visual de la educación pública”. Su instrumento de trabajo ahora es su cámara, utilizándola para documentar sus investigaciones, reflejando las injusticias sociales y contribuyendo de este modo al progreso de la sociedad. Por ello, la mayor preocupación del fotógrafo era la realidad social, principalmente por los más desfavorecidos; así no sólo realizó fotografías de la llegada de los inmigrantes a tierras americanas, sino las insalubres viviendas donde se hacinaban y las condiciones de trabajo en fábricas y comercios. Su interés por trasmitir historias individuales y su interacción respetuosa y afable con sus retratados constituyen la clave de la fuerza de sus imágenes. Un claro ejemplo es Judía en la Isla de Ellis (1905), donde la toma frontal y la altura en la que las miradas se cruzan refuerza la conexión y el respeto mutuo.
Trabajará en estos años para la National Child Labor Committee, como fotógrafo oficial , una organización creada para combatir el empleo infantil. La misión de Hine fue documentar el trabajo de los niños en campos, minas, fábricas, recolectando algodón, vendiendo periódicos… Junto a las imágenes, anotaba cuidadosamente la altura, la edad y la historia laboral de cada uno de ellos, lo que le permitió con el paso de los años realizar un trabajo comparativo. Estas fotografías de niños trabajadores causaron un gran impacto y se publicaron en folletos y revistas populares como Everybody’s y The Survey con el fin de denunciar la legislación existente. Niño que perdió un brazo manejando una sierra en una fábrica de cajas (1909) es un buen ejemplo de su relación con los niños y de cómo sus fotografías, por la iluminación y el encuadre, informan a la vez que conmueven, poniendo al descubierto ante la opinión publica la inmoralidad del trabajo infantil.
Durante esos años Hine también participó en la Pittsburg Survey, estudio en el que se utilizó la fotografía para mostrar las condiciones de vida de los trabajadores de la ciudad más industrializada de Estados Unidos. El estudio, que abordaba entre otros temas las condiciones laborales, la inmigración, la vivienda o la pobreza, fue realizado por un equipo de más de setenta investigadores. La labor de documentación acometida por Hine fue esencial para otorgar credibilidad al proyecto, ya que sus imágenes eran la prueba irrefutable de la explotación y los abusos cometidos.
Tras la Primera Guerra Mundial, Hine emprendió el que sería su único viaje a Europa con objeto de documentar las operaciones de auxilio a los refugiados. Su cámara fue la primera en dar testimonio de la dura realidad de las poblaciones desplazadas por la guerra, lo que ayudó a que la Cruz Roja obtuviese las subvenciones necesarias para poder realizar su labor humanitaria. Recorrió, sobre todo, Francia, Grecia y Serbia, retratando la vida de los refugiados en los campamentos y las familias que trataban de sobrevivir en sus devastados hogares. Atraído por el conocimiento de culturas y lugares desconocidos, Hine retrató grupos, como él los describía, “desbordantes de vida”. Esta experiencia supondría una importante transformación en su lenguaje fotográfico.
De regreso a Nueva York en 1919, Hine se centró de nuevo en el mundo laboral, pero esta vez para mostrar la dignidad que el trabajo confiere al ser humano. Lo hizo en la serie que él mismo denominó retratos laborales, una abierta exaltación del trabajo y los trabajadores. Las fotografías de obreros de la construcción, soldadores, cigarreros, electricistas y afinadores de pianos, entre otros, no sólo muestran las aptitudes del ámbito industrial, sino que celebran los oficios tradicionales y el carácter del artesano especializado. Muchas manifiestan una nueva atención hacia las cualidades formales, un aspecto que se evidencia en la que quizá sea la imagen más conocida de Hine: Mecánico de una central, tomada en 1920, en la que el trabajador, colocado simbólicamente en su centro, aparece como el corazón y el alma esencial de la máquina.
Esta alabanza en imágenes de los trabajadores culmina en 1930-1931 con el reportaje sobre la construcción del Empire State de Nueva York. Desde los cimientos hasta la azotea, Hine documentó lo que se convirtió para muchos en un signo de esperanza y progreso en tiempo difíciles. Como sus retratos laborales, las fotografías del Empire State serán otros tantos homenajes a la individualidad y la importancia del obrero, un recordatorio de que “las ciudades no se construyen solas…, sin tener detrás el cerebro y el sudor de los hombres”. Imágenes de estos dos últimos proyectos formarían parte en 1932 de Men at Work, el único libro de fotografía que Hine publicó y supervisó directamente en todos sus aspectos.
A finales de la década de 1930, tanto el mundo de la reforma social como el de la fotografía habían cambiado. La filantropía privada había sido remplazada por las agencias gubernamentales del New Deal, para las que Hine era un hombre de otra época. Intentó relanzar su carrera como fotógrafo freelance trabajando para industrias progresistas que aun compartían sus valores. El encargo de la compañía Shelton Looms, una factoría textil de Connecticut, hizo creer a Hine que aún podía recibir propuestas de empresarios interesados en disponer de un archivo visual del trabajo de sus fábricas. En estas fotografías se demuestra un claro interés por las piezas de telas y las máquinas industriales como formas abstractas, una nueva visión que nos hace pensar que empezaba a considerar su obra desde otro ángulo.
En los últimos años de su vida, Hine encontraría cada vez menos oportunidades de empleo y, a pesar de su éxito temprano, acabaría dependiendo de la beneficencia. En 1939, Berenice Abbott organizó una gran retrospectiva de su obra en el Riverside Museum de Nueva York, en la que se reivindicó a Hine más como artista moderno que como educador social. Este reconocimiento tardío por parte de críticos e historiadores del arte no evitó que muriese en la más absoluta pobreza en 1940.
Fundación Mapfre – (Sala Recoletos)
Paseo de Recoletos, 23. Madrid
La exposición durará hasta el 29 de abril.
Horario: Lunes de 14:00 a 20:00. Martes a sábado de 10:00 a 20:00. Domingos de 11:00 a 19:00 horas.