Chardin en el Museo del Prado

13 05 2011

El Museo Nacional del Prado reúne de nuevo tras varios años, una gran colección de las obras de Jean-Baptiste Siméon Chardin, después de las exposiciones dedicadas al pintor con motivo del bicentenario de su fallecimiento, o el tricentenario de su nacimiento; en 1979 y 1999. Realizándose una revisión de la obra del artista, a partir de 57 obras, la muestra constituirá una oportunidad excepcional para dar a conocer su obra por primera vez en España

Se establecerá un orden cronológico en la exposición, conociendo los inicios del pintor, en la segunda década del siglo XVIII, llegando hasta la obra de los años 70. Se han reunido las principales obras de Chardin, junto con otras menos conocidas; que provienen tanto museo público como de colección privada, contemplándose 16 obras que no se incluyeron en la presentación italiana de la muestra, como es la obra La raya, una de sus obras más destacadas, que procede del Musée du Louvre; Los atributos de las artes, del Musée Jacquemart-André de París, obra de grandes dimensiones de tema alegórico que se presta por primera vez a una exposición; o las tres versiones de la Joven maestra de escuela (National Gallery de Londres, National Gallery of Art Washington, y National Gallery of Ireland, Dublín) que se reúnen en primicia para su presentación en la sede española.

Chardin, nace y muere en París, ciudad en la cual vive toda su vida y de la que apenas se conoce variación. Sus orígenes fueron humildes, teniendo una formación como artesano en sus inicios, lo cual le influyó posteriormente en su pintura, mezclándose el detallismo y la libertad en la ejecución de sus obras. Chardin, no fue un pintor caracterizado por una numerosa producción, al contrario, se caracterizaba por pintar despacio, buscando la perfección.

En 1978 la Academia Real de Pintura y Escultura comprobó el buen hacer del pintor y de su talento, y fue aceptado como miembro en la categoría de Pintor de animales y frutas, con la obra La Raya, como principal ejemplo. Chardin se dedicará a la naturaleza de manera constante en toda su carrera, abordando a partir de los años treinta las escenas de género, influido por la pintura holandesa del siglo anterior, y también el retrato en pastel. El célebre crítico Denis Diderot le dedicó muchos elogios en sus reseñas del Salón, las exposiciones oficiales donde Chardin presentaba sus obras, destacando como su pintura evoca la calma y la tranquilidad. También en sus escenas de género, cómo La pequeña maestra, o La niña del volante, Chardin capta el recogimiento de sus personajes que rara vez miran al espectador, evitando cuidadosamente lo anecdótico y el detalle, para que sus obras logren una concentración silenciosa e inocente y que den una sensación de instantaneidad, de un momento a punto de desaparecer. La clientela de Chardin se dividía en dos: por un lado la aristocracia parisina conocedora de su arte y sus amigos artistas, y por otra una clientela real y principesca, representada por grandes soberanos como Luis XV de Francia, Catalina II de Rusia, o Luisa Ulrica de Prusia, reina de Suecia.

La corriente naturalista dentro de la que se inscribe Chardin, convivió en Francia, durante el siglo XVIII, con el rococó. El protagonista de los lienzos de Chardin es el objeto, objeto que varía y cambia su papel según la composición y su relación con el resto de los elementos figurados. Sus bodegones están compuestos con utensilios queridos por el pintor que formaban parte de su intimidad y de su vida privada y de los que se serviría constantemente para elaborar sus pinturas.

Según palabras del comisario de la exposición, Pierre Rosenberg, director honorario del Museo del Louvre y el máximo especialista en Chardin: ‘Si tuviera que definir en una sola palabra sus naturalezas muertas, lo haría con la palabra silencio´.

Y es precisamente ese silencio que emana de sus naturalezas muertas lo que le diferencia de la mayoría de los especialistas en este género, género considerado hasta entonces menor y cuyo reconocimiento en la centuria que vivió el pintor, benefició el auge de su personalísimo estilo.

 

La visita a la exposición comienza con las naturalezas muertas y los bodegones de hacia la segunda mitad de los años 20, destacando la obra anteriormente nombrada, La raya, procedente del Museo Louvre. Así mismo destaca en otras obras el uso de animales vivos en la representación con en las piezas el Gato con trozo de salmón y Gato con raya.  Éstas obras representan un animal vivo, modelo muy raro para Chardin, pues pintaba muy despacio, corrigiendo continuamente lo realizado, lo que no es conveniente para la pintura de animales vivos. Esta pareja de lienzos, procedente de la colección del barón Edmond de Rothschild, fue adquirida en 1986. Ambos óleos participan de la estética holandesa que impregnó las primeras composiciones de Chardin, en las que el artista adaptó a su gusto temas y formatos nórdicos. El Bodegón con gato y pescado está firmado y fechado en 1728. La fecha, de difícil lectura, fue interpretada y registrada en la bibliografía anterior a 1979 como 1758. Rosenberg rectificó más tarde, junto con Caritt, la fecha de ejecución al leer 1728, año más acorde con el estadio estilístico que muestra esta pareja de óleos.

Estos dos lienzos, compuestos con un esquema sencillo -una encimera de piedra sobre la que van alineando los animales, el almirez, las ostras, el salmón, las hortalizas y la loza-, se quiebran en su horizontalidad con los pescados colgados de los ganchos. El rico colorido, aplicado con generosidad de pasta y delicados toques repartidos por toda la superficie, nos da una imagen fidedigna y llena de honestidad visual. La gama de blancos, que Chardin utiliza aquí para las escamas del pescado y las pieles de los animales, sería admirada por pintores de la generación siguiente como Descamps.

Chardin maneja dos temas y dos técnicas artísticas. Los dos temas son las naturalezas muertas y las escenas domésticas (incluyendo retratos); y las dos técnicas son el óleo y el pastel. Sus inicios se encuentran en los bodegones, pero se da cuenta que no es rentable pintar un monotema y, tras una conversación con un amigo, entendió que necesitaba un nuevo reto más difícil. Así que en 1733 fija sus miras en las escenas de género. En el S. XVIII, los clientes exigían imaginación, facultad de la que se veía escaso Chardin.

Continuaremos con la visita con los bodegones de los años 30, entre los que se encuentra Un pato de cuello verde atado al muro y una naranja amarga o Naturaleza muerta con una jarra de porcelana y dos arenques colgados con hilos de paja a un clavo delante de una hornacina. Títulos que reflejan lo representado, es decir, el autor no destacaba uno de los elementos sobre el resto; sino que para él son todos importantes.  Destacaremos el uso de la figura humana a través de la pintura Pompas de jabón, en la cual en la exhibición encontraremos hasta tres pinturas casi similares, variando en apenas unos detalles.

 

Chardin no abandona jamás un género para dedicarse exclusivamente a otro, sabe renovarse, pero le gusta volver atrás a menudo y trabajar continuamente a varias bandas. Es también a partir de los años 30, cuando influido por la pintura holandesa del siglo anterior, aborda las escenas de género. Chardin capta el recogimiento de sus personajes y demuestra una grandísima habilidad para otorgar una serena dignidad a las simples tareas domésticas. Es evidente su evolución estilística en estas obras. Su pincelada se vuelve más vaporosa y las tonalidades suaves anuncian las de los pasteles del final de su carrera. Asimismo, deja de escoger a sus modelos entre el pueblo para centrarse en el entorno burgués de su segunda esposa.

Con obras como La Joven maestra de escuela, de la que se presentan tres versiones que se reúnen por primera vez juntas, El niño de la peonza, o La niña con el volante, Chardin alcanzaría auténtica popularidad en la segunda mitad del siglo XIX.

A continuación, la exposición documenta los años 50 y 60 y su regreso a las naturalezas muertas, un género que había abandonado casi totalmente. Éstas se distinguen claramente de las de los años 20 por la multiplicación de las especies de animales de caza, variedad de frutas y de objetos (porcelanas valiosas o cristalería sofisticada) que utiliza.

De esta época, se incluyen en la exposición la deliciosa Cesta de fresas salvajesVaso de agua y cafetera y Ramo de claveles, tuberosas y guisantes de olor en un jarrón de porcelana blanca con motivos azules, obra maestra de la Galería Nacional de Escocia. En estas obras la ejecución es más ágil, más lisa, y demuestran el interés de Chardin por los reflejos y las transparencias, la luz y las sombras.

La exposición finaliza con dos retratos en pastel, medio al que se ve obligado a optar por motivos de salud, abandonando la pintura al óleo, y con el que sorprende a todos en el Salón de 1771. Con estos pasteles queda patente su seguridad como artista y ponen punto final a su carrera. Chardin vuelve a la naturaleza muerta y con algunas piezas pintadas al pastel al final de su vida. Con el cambio de técnica trataba de mitigar los efectos de la amaurosis, una enfermedad producida por el plomo que se usaba como aglutinante para el óleo y que terminaba por paralizar los párpados.

Pierre Rosenberg, director honorario del Louvre y principal autoridad mundial en el artista parisino, analiza desde el punto de vista histórico la rareza de un pintor cuyo trabajo se instala sigilosamente y a contracorriente en el siglo XVIII hasta que el tiempo termina por darle la razón. Si los artistas franceses de su tiempo dibujan con facilidad, pintan deprisa y con habilidad rayana en el virtuosismo para captar el movimiento, adoran el espectáculo y recrean narrativamente la mitología y la historia para apoyar a veces discurso moral, Jean Siméon Chardin, dice Rosenberg, «no dibuja, pinta lentamente, con dificultad, huye del movimiento, pinta los gestos congelados, desprecia la anécdota, rechaza la narración, no de la lecciones de moral». Y continúa: «Le gustan las cosas humildes, los objetos de la vida cotidiana, los gestos de todos los días que se repiten incansablemente. Ama el silencio que nada perturba».

Exposición Chardin (1699 – 1779) – Museo del Prado, Madrid – Del 1 de marzo al  29 de mayo de 2011.

Horario – De martes a domingo de 9 a 20h (último acceso a las 19h)